New Eyes

"How did you manage? How were you able to face the certainty that someday he would die? Because you knew... How were you able to deal with the pain of his death?" We hang up and I answered her questions silently and only to myself: "God... He is how." That very moment, I was acknowledging that God was the one to thank for my endurance and survival. Had my friend asked me months ago, that would not have been the answer to myself nor to anyone else. Months ago, I was still angry at the fact that a mother could survive the death of her child. It felt like a cruel joke that we humans could be so resilient. How was it possible that I would not turn into dust as well? As Anglican pastor and author Tish Harrison Warren points out, "For every mother enraptured by her child's first smile, there is another mother whose [child] struggles for his final breath... In all our lives, from the happiest to the most tragic, the circumstantial evidence for God's goodness i

Si el número de personas que la pasó a ver es indicativo de cuánto se le amaba, Mari era muy amada. Apuesto que el personal del hospital nunca había presenciado que a un ciudadano común y corriente lo visitaran tantos. Mari misma nos había dicho que quería morir rodeada de la familia, pero me imagino que esta cantidad rebasó sus propias expectativas. Mari era huérfana, pero su "familia" era enorme. La gente que vino a verla quería orar por ella, despedirse, expresarle su aprecio y admiración. No faltó quien todavía esperara y clamara por un milagro, o que cuestionara por qué ya no se le estaba haciendo nada y, por supuesto, no faltó quien, en su afán de consolar, nos dijera poniéndonos la mano en el hombro: "A veces es difícil comprender los planes del Señor, pero Él sabe por qué hace las cosas". Se iban unos, llegaban otros. Algunos venían solos, otros en grupo. Unos oraron por ella, otros le cantaron y otros le leyeron la Biblia. Todos buscaban el modo de bendecir