Desconocidos

Septiembre del 2015



Me preguntas con bondad si mi hijo está enfermito. Te respondo que nació con un problema cromosómico.

— ¿Pero se puede curar?

— No, lo que tiene no se quita.

No recuerdo qué contestas, pero sí recuerdo tu expresión de tristeza. Deseabas que mi hijo sanara y te lo agradezco de corazón. Por siempre recordaré ese día cuando pasábamos por revisión en el aeropuerto de la Ciudad de México. Quizá te estoy imaginando, pero creo que recuerdo tu rostro porque has tocado mi alma.


Notaste a mi hijo en un parque donde abundaban los niños, pero tu corazón ya estaba predispuesto. Tengo entendido que alguien cercano a ti también tiene una discapacidad, por eso pensaste en mi hijo. Me cuentan que te acercaste con un plato de trozos de sandía para él. No sabías que mi hijo solo se alimenta por sonda, pero lo que importa es el detalle. Muchas son las personas que notan a mi hijo, pero contadas las que se acercan o le hablan. Es difícil. No saben qué hacer. Pero tú no solo te acercaste: quisiste traerle un regalo de lo mejor del verano. Solo te vi de espaldas cuando me contaron lo que habías hecho. Debí haberme acercado de inmediato, pero esperé y cuando quise ya te ibas. Me tardé demasiado y ahora solo puedo darte gracias en esta página. Gracias, muchas gracias.


Saludas a mi hijo cuando nos ves entrar.

— Hola, guapo.

— No puede hablar.

— No importa. ¿Cuántos años tiene?

— Tiene cinco, pero está muy atrasado en su desarrollo.

— No importa.

Comienzas a contarme de tus sobrinos como si mi hijo fuera como ellos, un niño más. Y lo es, pero a la vez es tan distinto que, aunque es obvio, siento la necesidad de aclarar que no habla, que es como un bebé, que no es normal.

Tu mirada y tu voz no comunican curiosidad ni lástima. Platicas conmigo y con mi hijo como sin duda lo harías con alguien más. Tu gesto me levanta el ánimo esa mañana nublada en la que mi corazón se siente tan triste como el día.

No sé cuántos desconocidos más algún día se acercarán a mi hijo con ternura, con regalos, con un saludo afable. Ojalá sean muchos, sobre todo cuando deje de verse como un niño.





Comments

Popular posts from this blog

Autorretrato

The Prophet

Is it Love?