Morley ^Caleb^ Arturo
Esta reflexión está basada en algo que escribí hace ya varios años en inglés. Llevo años tratando de adaptarla. Hela aquí más o menos.
This short essay is an adaptation of something I wrote years ago under the title "Name." You can read the original piece here: https://perlapaulmorley.blogspot.com/2013/02/name.html
Ver el nombre de mi hijo en la pantalla del aparato de ultrasonido me hizo recordar que en un principio pensé que Arturo no era un buen nombre para él. Aún recuerdo dónde estaba: sola en el pasillo de arriba, Biblia en mano, hojeando la concordancia para ver si hallaba un nombre que me diera aliento, que me recordara que Dios estaba con nosotros... pero ¿Arturo? ¿Cómo iba llamar Arturo a mi segundo hijo?
Arturo es el nombre de uno de mis hermanos. Arturo es alto y apuesto, inteligente e intenso... digno de su nombre. Mi hijo iba a nacer muy probablemente con un trastorno cromosómico que afectaría tanto su físico como su inteligencia. Tendría retraso mental y su aspecto no sería normal. El nombre de Arturo no cuadraba ni cuadraría con este ser imperfecto que en unos cuantos meses llegaría al mundo.
Si le preguntara a mi hermano si le da gusto que su sobrino se llame como él, sin duda me diría que se siente honrado, precisamente porque Caleb Arturo es como es.
—Alabo al Señor porque el Reino de Dios pone las cosas de cabeza—, dijo en un sermón que predicó el Día de Resurrección a los pocos días de haber nacido Caleb. La aparente derrota de Jesús en la cruz en realidad fue su victoria.
Dios, de cierto modo, puso mi mundo de cabeza, me sacudió las ideas y me hizo entender: En el Reino de Dios los papeles se invierten: el Rey viene a servir, el menor es el mayor y el manco, el cojo y el ciego, aquellos como mi hijo, son tenidos en alta estima. Mi hijo es digno del mejor nombre.
Escogí el nombre de Arturo porque amo a mi hermano y amo a mi hijo. Esa razón, en realidad, es más que suficiente.
This short essay is an adaptation of something I wrote years ago under the title "Name." You can read the original piece here: https://perlapaulmorley.blogspot.com/2013/02/name.html
Ver el nombre de mi hijo en la pantalla del aparato de ultrasonido me hizo recordar que en un principio pensé que Arturo no era un buen nombre para él. Aún recuerdo dónde estaba: sola en el pasillo de arriba, Biblia en mano, hojeando la concordancia para ver si hallaba un nombre que me diera aliento, que me recordara que Dios estaba con nosotros... pero ¿Arturo? ¿Cómo iba llamar Arturo a mi segundo hijo?
Arturo es el nombre de uno de mis hermanos. Arturo es alto y apuesto, inteligente e intenso... digno de su nombre. Mi hijo iba a nacer muy probablemente con un trastorno cromosómico que afectaría tanto su físico como su inteligencia. Tendría retraso mental y su aspecto no sería normal. El nombre de Arturo no cuadraba ni cuadraría con este ser imperfecto que en unos cuantos meses llegaría al mundo.
Si le preguntara a mi hermano si le da gusto que su sobrino se llame como él, sin duda me diría que se siente honrado, precisamente porque Caleb Arturo es como es.
—Alabo al Señor porque el Reino de Dios pone las cosas de cabeza—, dijo en un sermón que predicó el Día de Resurrección a los pocos días de haber nacido Caleb. La aparente derrota de Jesús en la cruz en realidad fue su victoria.
Dios, de cierto modo, puso mi mundo de cabeza, me sacudió las ideas y me hizo entender: En el Reino de Dios los papeles se invierten: el Rey viene a servir, el menor es el mayor y el manco, el cojo y el ciego, aquellos como mi hijo, son tenidos en alta estima. Mi hijo es digno del mejor nombre.
Escogí el nombre de Arturo porque amo a mi hermano y amo a mi hijo. Esa razón, en realidad, es más que suficiente.
Caleb y su tío Arturo en diciembre del 2010
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